MAIPÚ: UN RECORRIDO POR SU PASADO
Una empresa de nombre sugestivo.
HISTORIA DE LA EMPRESA FÚNEBRE
“LA VENCEDORA”
DE DOMINGO CAPRA É HIJOS.
Por Juan R. Naddeo.
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Empresa fúnebre "La Vencedora" en Vte. López 421 (en el mismo lugar que la actual) en esta foto del año 1942. |
En 1875 llega el Sr. Domingo Capra a la
Argentina e inmediatamente Francisco Madero, quien por aquellos años buscaba
inmigrantes para el pueblo que había proyectado y que más tarde sería conocido
como Maipú, lo ubica en las planillas de arribo de los barcos donde figuraba
como de nacionalidad italiana y de profesión carpintero, ebanista y lo trae
para sus tierras, en el partido de Monsalvo, llamadas “Chacabuco”.
A los pocos años, en 1880, debido a sus
muy buenos trabajos y a su hombría de bien, Don Francisco Madero lo premia
regalándole un terrero en el incipiente pueblo de Maipú, adonde se traslada
edificando una casa de madera, compuesta
de dos piezas, cocina y baño con un galpón donde funcionaba la carpintería, en
el fondo de dicho terreno el cual está ubicado en Vicente López 421.
Una vez instalado en el pueblo, aquel
pionero de la empresa, trae de Italia, su mujer y su hijo, los cuales habían
quedado a la espera del llamado. Una vez en Buenos Aires, estas dos personas
toman el tren que los llevaría hasta Dolores, terminal por aquel entonces del
ferrocarril, recordemos aquí que el tramo hasta Maipú se inauguró en 1882, y
desde allí debieron tomar la diligencia que, previo un gran traqueteo, dependía
esto del estado del camino, muchas horas después los dejaría en la Posta de Kaquel o en su
defecto en la de Santa Elena, lugares tradicionales por aquellos años y que estaban
a la vera de la ruta Dolores – Balcarce. Es de hacer notar a esta altura del
relato que aquel matrimonio de pioneros provenían de una región muy próspera de
Italia y que, buscando nuevos horizontes, como tantos inmigrantes, habían
puesto proa a estas tierras, es así que la dama había quedado prendada de la
ciudad de Buenos Aires y, cuando llegó al destino fijado, nuestro pueblo, que
por aquel entonces contaba con muy pocas casas desperdigadas a lo largo y a lo
ancho de su trazado de las cuales la mayoría eran ranchos de adobe, si tenemos
en cuenta que el pueblo estaba diseñado sobre un bajo que siempre se inundaba,
que la única peluquería del pueblo estaba ubicada en un terreno de la calle
Ramos Mejía casi Alsina en dirección a Sarmiento, llamada “la peluquería de la
laguna”, pues para llegar a ella muchas veces había que hacerlo en bote, es
fácil imaginar su estado de ánimo.
Comenzó así esta dama una campaña con su
marido para volver e ubicarse en la Capital, pero el Sr. Domingo Capra ya con
su carpintería instalada y trabajando no atendió sus reclamos lo que derivó en
que la Sra. Capra en un arranque de ira amontonara varias bolsas de aserrín en
una de las piezas y prendiera fuego a la casa, no llegando a mayores daños debido a la pronta intervención de la
gente del lugar quienes tuvieron que acarrear el agua desde la única boca
disponible de agua potable, en nuestro pueblo, que estaba ubicada en el terreno
de la esquina de calles Roca(hoy
Belgrano) y Alsina(actual salón del teatro “Leopoldo Marechal”).
Pero como no hay mal que por bien no
venga, a raíz del incidente el Sr. Domingo Capra se decide y construye el
edificio que aún hoy, reformado, perdura ante el paso del tiempo, el mismo
tiene fecha de terminación en el año 1892.
Comienza de esta manera el Sr. Capra,
con su empresa llamada “La Vencedora”, preguntándose uno de sus nietos (*),
riéndose, el porqué de ese nombre, si era obvio, le responde otro nieto que tal
nombre se lo sugiere al abuelo uno de sus proveedores de Buenos Aires, la casa
Fabio y Apeceche. cuando era todavía carpintería, dejándolo luego al resto de
la empresa.
La carpintería en un primer momento se dedica a la fabricación de
ataúdes que era en realidad a lo que se
consagraban aquellos hombres y de los que Maipú contó con varios, algunos
historiadores locales, como el Ing. Juan J. Barbieri, expresan, en su libro
“Maipú por tus primeros cien años” que el primer fabricante de ataúdes de
nuestro pueblo fue el herrero Juan Bertoni, pero no habla del año, el Sr.
Capra, sabemos hoy, los fabricaba ya en 1880 con el agregado que también hoy
sabemos, comenzaban por la contra caja
de plomo que se hacía con unas láminas de dicho material y que para estirarlas
o adelgazarlas, se maceteaban con unas herramientas hasta darle la forma
requerida, este trabajo era realizado por el plomero Nicolás Scarzella quién a
los pocos años muere intoxicado con ácido que era uno de los principales
componentes en el tratamiento del plomo.
Así las cosas, aquella incipiente
empresa va creciendo, junto a ella aquel niñito que había arribado a nuestras
tierras años atrás, se va haciendo hombre, aprendiendo el oficio junto a su
padre, ya no solo ataúdes y muebles fabrican, ahora se dedican, también a la
realización de galpones y tinglados que el campo solicita, es así que estancias
como “Miraflores” – “Altos Verdes” – “Yamahuida” y muchos otros campos ven protegidos sus patrimonios gracias a la labor
de esta empresa, quien preparaba toda la madera y la dejaba empaquetada para que
una chata conducida por un Sr. de apellido Lorente la llevara al lugar donde se
plantaría.
Continuando con el relato, aquel hijo se
va haciendo cargo de la empresa, y, cuando decide casarse, su padre lo manda,
aprovechando el viaje de luna de miel, a elegir y comprar madera, tarea esta
que siempre estuvo a cargo de él. Desde entonces aquel muchacho nunca abandonó
tamaña responsabilidad.
Corría el año 1902, nuevos aires
comenzaban en la empresa, nuevas ideas que aportaban los recientemente
desposados, una de ellas, iniciar la empresa fúnebre a la que el viejo
patriarca se oponía, debido a su intenso trabajo en el campo como ya quedó
explicado, pero los jóvenes insistían y es así que se llega a un acuerdo por el
cual el hijo trabajaría con su padre mientras que la esposa de aquel
administraría la funeraria para lo cual debieron conseguir una persona que se
las atendiera.
Esa persona de nombre Guillén estuvo muchos años al frente de la
misma dejando a la esposa de Sr. Capra más libre para atender a sus numerosos hijos, no obstante, siempre estuvo dispuesta
a atender las solicitudes de nuestro pueblo y de localidades de la zona adonde
las bondades de esta familia habían llegado.
Para 1913 en Maipú ya existía otra casa
fúnebre de un Sr. Pesechi, luego llega la Empresa Mónaco y más tarde la de
Esteban Parisi, ésta con sucursal en Labardén.
Tal era el crédito de “La Vencedora” en
la zona, que aquel patriarca de la familia es solicitado desde el incipiente
Gral. Madariaga para que realice las instalaciones del hospital local, allí
pues se traslada junto con algún carpintero, instalando una carpintería de
polea, toda una innovación para la época, dejando Maipú para siempre,
falleciendo en el año 1942.
Queda así la empresa de nuestro pueblo en manos de
su hijo quien al frente de por lo menos cinco carpinteros de primer nivel
continúan con los trabajos y la funeraria, eran años duros en los que nuestro
pueblo debía soportar los embates de las inundaciones constantes, en los que no
había caminos, al cementerio, estaba ubicado en el mismo lugar de hoy, cuando no
se podía llegar por los caminos habituales se lo hacia por el terraplén del
ferrocarril, en tiempos normales un cortejo fúnebre juntaba hasta dieciocho
carrozas que era el número que poseía Maipú.
Se llegaron a preparar carrozas con
caballos blancos para alguna ceremonia de casamiento. En tanto, la empresa
continúa creciendo, se incorporan máquinas importadas que cortan la madera y
otras llamadas escofiadoras que realizan las molduras, se trabaja encastrando y
entarugando todo el material, donde no se permitía ningún clavo y la “cola”
utilizada como pegamento se derretía en la cocina, los portones y la
carpintería que se pueden apreciar en la fotografía son también todos
encastrados.
Se continúa con la sucursal de
Divisadero (Gral. Madariaga) fundada por el patriarca y se abre otra en
Dolores, los hijos crecen y se hacen cargo de la empresa uno de ellos se va
para Dolores, aquí quedan Domingo, Atilio, Delmiro y el popular “Titina” , los
que llevan adelante esta parte de la empresa familiar, con la llegada del
pavimento a nuestra ciudad van desapareciendo los carruajes tirados por
caballos, esta empresa no fue ajena a ello y por eso incorpora nuevas unidades
automotores para sus cortejos fúnebres, con el paso de los años van
desapareciendo los hermanos, hasta quedar solo y con muchos años encima,
Delmiro apodado “Gallego”, quién dona al Museo Municipal “Kakel Huincul” la
carroza fúnebre tirada por caballos junto con algunos carros de acompañantes
que por espacio de varios años formaron parte de la historia de nuestro pueblo,
se llega así al 11 de febrero de 2000 cuando Delmiro acepta la propuesta que
desde la Cooperativa de Electricidad de Maipú se le hace llegar y la cual
consiste en el traspaso de la firma a esta empresa.
Acto que sin lugar a dudas
contribuyó a acelerar la muerte del último de los hermanos ubicados en Maipú,
miembros de esta digna familia nacida de inmigrantes, que alguna vez arribaron
a nuestra localidad en busca del bienestar y de los ideales de trabajo a que
todo ser humano debe aspirar, contribuyendo con ello a su engrandecimiento y
cumpliendo noventa y siete años de servicio continuo en nuestra comunidad.
Hoy
en el mismo edificio, varias veces reformado otra empresa, como quedó dicho,
continúa con el servicio, pero por varios años a de perdurar el apellido de
esta familia en el recuerdo de los maipuenses.
Relato extraído de un reportaje
efectuado por el escritor al Sr. Delmiro Capra “Gallego” , efectuado el 20-09-2001
(*) Los nietos a los que se hace
referencia son “Gallego” y Tito.)
Juan R Naddeo – Maipú: septiembre
de 2001.