Te
eligieron por bonita
la
flor de nuestra ciudad
La
ideó Maria Benita
y
triunfaste por unanimidad.
Votaron
la escuela ocho
y
todas las del distrito
tus
colores albi lilas
unidos
en el ramito.
Me
alegré al saberte reina
Eras
pera, humilde, simple.
Como
somos en Maipú
las
mujeres de su estirpe.
Beatriz
Viglietti de Parisi
Maipú – 1966.
A la Bandera en la derrota.
Perder
una batalla no es perder la guerra,
y tú
lo sabes, mi bandera amada;
recuerda
Vilcapugio y Ayohuma
y la
sorpresa de Cancha Rayada.
Pero
volverás otra vez un día
y con
gloria al tope vas a ser izada
y
acariciada por el viento helado
y al
son acompasado de las marchas.
Beatriz
Viglietti de Parisi.
Maipú- 1982.
Cristo del camino
Padre
nuestro que estás en lo alto
con
los brazos abiertos al pueblo.
Escucha
las súplicas que te dirigimos
por
los que acá están
por
los que ya han muerto
La
ruta protege, custodia el camino
de
todos los hombres, bendice el destino.
Beatriz
Viglietti de Parisi
Maipú – 1970
Monumento a la madre (Plaza San Martín)
Si un
ser en el mundo
merece
un recuerdo
nadie
cual las madres
para
un monumento.
Por
eso en la plaza
grabado en granito
perdura
para ellas
de
amor infinito
un
bello homenaje
de
todos los hijos.
“Llama
siempre a tu madre”
reza
el bronce
Llama, llámala, es verdad
que
viva o muerta
acudirá
a ayudarte en la vida
y
hasta en la eternidad.
Beatriz Angélica Viglietti de Parisi
Maipú.
Maipú.
Pueblito,
mi pago
no
dejo de amarte.
tu
plaza, tus calles
tu
iglesia, tus quintas.
Kakel
y sus bravos
sus
lanzas clavaron
mangrullo
los gauchos
oteando
distancias.
Tierra
de valientes
gauchos
de coraje
mujeres
de temple
hombres
de linaje.
Maipú
te llamaron
Maipú
crecerás
y de
nuestras almas
no te
irás jamás.
Beatriz Viglietti de Parisi.
Maipú – 1970.
Monumento al inmigrante.
Custodia
Maipú, los restos recordados de inmigrantes,
Aquí
llegaron en pos de un ideal.
Dejaron
hijos, simiente valedera
Y un
nombre digno, unido a su heredad.
Mi
amada tierra gaucha los recibió en su seno.
Abriendo
el fértil surco, la espiga maduró.
¡Benditos
los pioneros que hicieron su grandeza
Que
allá donde están en gloria, escuchen mi oración!
Beatriz Viglietti de Parisi
Maipú. 1968
Leyendas maipuenses.
Jacinta Funes "La Fortinera."
Corre el año 1821 y en el
amanecer de la pampa, el cacique y sus bravos planean el ataque al fortín de
Caquelguinkul.
Allí un puñado de hombres
ha establecido su fuerte, puesto de avanzada sobre el infiel.
La “china cuartelera” se
llamaba Jacinta Funes. Ella se ocupaba de curar los soldados, cuidar los
caballos, limpiar las armas y cocinar. Era la mujer de un soldado.
La vida transcurría
monótona entre aquel puñado de hombres y solo el rasguido de la guitarra con la
cadencia de sus notas lloraba en la vidala o alegre cantaba en el triunfo, el
gato o la zamba.
El centinela estaba en el
mangrullo y anunció con su clarín la polvareda. El malón se acercaba. La
indiada no respetaba nada.
Todos a sus puestos.
La lucha fue brava. Mala
para el blanco. Todas fueron bajas.
Muertos y heridos por
doquier. Solo quedaba Jacinta Funes empuñando un arma, el fuego quemaba las
casas. Y al ver que como cautiva sería llevada, la valiente fortinera se arrojó
a las llamas y prefirió antes que ser esclava, morir quemada.
Beatríz Viglietti de Parisi.
Maipú: 1978.
Con la humildad de sus gentes y
sus calles,
en el Maipú, de tardes soleadas
y mañanas bulliciosas
y como símbolo de un pasado que
nos honra,
que sabe de pampa y cielo
abierto, de estancias viejas
y montes perfumados...
Con el perfume de sus
protagonistas, las violetas, ...
suave tapiz que se extiende
clamorosamente bajo la sombra
de los añosos árboles... ¡EMBLEMÁTICA FLOR!,
que es nuestra,
con su humildad y su aroma
nostalgioso."
Beatriz Viglietti de Parisi. Maipú:
1999