Del Maipú de hace 30 años.
Breve reseña del caracterizado vecino Sr. Andrés M. Curuchet.
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El escribano Andrés Curuchet de extensa y prolífica labor en nuestra comunidad. (foto del mismo reportaje) |
Con el fin de que nuestros lectores puedan
darse una idea de lo que era Maipú hace 30 años, pediremos a caracterizados
vecinos de este pueblo, una breve reseña, que iremos publicando
periódicamente.
Convencidos que estos recuerdos vertidos por boca de personas que
lo conocieron entonces en sus diversas fases, ha de agradar a todos los
habitantes de este pueblo, por eso es que, para dar curso a nuestros propósitos
nos atrevimos a entrevistarnos con el Sr. Andrés Curuchet, honorable vecino,
que con su gentileza característica accedió gustoso a contestar nuestras
preguntas.
-¿Me pregunta Ud. qué era Maipú hace 30 años?
Le diré: un pueblo ya culto, simpático, con sociabilidad propia,
con fisonomía de pequeña ciudad, muy visitado por personas que aprovechaban el
empalme de trenes y por gente que en las “galeras” o en sus propios
carruajes, viajaban a sus estancias en este partido y los de Tuyú y General
Lavalle.
Las mañanas del Maipú de hace 30 años estaban embalsamadas por la esencia de
los numerosos eucaliptos de la plaza “San Martín”, que años después fueron
derribados para modernizar esa plaza, siguiendo esa ley constante y de carácter
ineludible, que impone la evolución.
Sociedad atrayente, damas y niñas con caracteres propios de amena cultura y de
temperamento amable, fino y cordial, que dejaba en el ánimo del observador,
grata impresión.
Los hombres también pugnaban por el progreso y se preocupaban por el bienestar
de la población. Era, pues, una sociedad de arraigo, con amor al
pueblo donde se nace o se vive en sociedad; con los elementos materiales y
morales que la vida en común requiere, sin pasar por esa larga cadena de niño,
que para su selección y cultura propia, eligen otros pueblos de campaña.
Belisario Roldán, que en esa época recorría la provincia, dando sus célebres
conferencias y que aquí nos obsequió con tres, me decía: en mi larga travesía
por tierras de esta provincia, no he encontrado un pueblo pequeño tan culto,
tan abierto a las expansiones del sentimiento y de la inteligencia.
Y tenía razón; dio aquí sus conferencias en medio de una atención que fue un
reconocimiento respetuoso para el gran orador y exquisito poeta.
-¿Cuál era el aspecto comercial de Maipú hace 30
años, Sr. Curuchet?
El aspecto comercial de Maipú era en esa época el de un pueblo que trabaja con
constancia y con afán, pero sin esas nerviosidades y deseos de hacer rápida
fortuna que caracterizaron a algunos pobladores de otras
localidades. Maipú se conformó con la lógica recompensa que
se obtiene entre la oferta y la demanda, sin variar de especulación y es por
ese fenómeno, que parecería retardatario, que su comercio se ha mantenido en
pie, salvo casos aislados a través de las grandes crisis que en otros pueblos
han producido la quiebra y la bancarrota. Y esa característica laboriosa
y prudente se ha mantenido en nuestro pueblo hasta la fecha, pues hoy como
ayer, permanece en pie y ha hecho frente a la terrible crisis que vamos,
felizmente, pasando.
Teníamos y tenemos, pues, un comercio sano.
¿Las fiestas de entonces? Las tradicionales romerías; bailes
temporarios en el salón de la Sociedad Italiana, para los cuales formábamos
comisiones de caballeros que corrían con la organización y en algunos casos de
familias.
No teníamos entonces, ni luz eléctrica, ni radio, ni foot ball, ni autos.
Y sin embargo, estábamos contentos.
En los días de elecciones, contemplábamos un aspecto pintoresco: las mesas se
instalaban en la plaza “San Martín”, a la sombra protectora y fresca de sus
grandes y hermosos eucaliptus; allí instaladas, funcionaban de 8 de la mañana a
4 de la tarde, todo tranquilo y en paz.
No había entonces, tampoco, ni voto secreto ni cuarto oscuro.
-¿Está Ud satisfecho del ejercicio de su profesión de Escribano
Público durante tantos años en Maipú?
Muy satisfecho. Y conste que no me refiero sólo a los resultados
pecuniarios, sino a las vinculaciones sociales y morales que me han
identificado con la vida de Maipú. Aquí constituí mi hogar; aquí
nacieron mis hijos, aquí sigo ejerciendo mi profesión desde hace un tercio de
siglo, y aquí está lo mejor de mi vida: el calor del nido y el recuerdo de los
esfuerzos y de la labor realizada, que lo bañan con su propia luz.
Reacción. Periódico independiente.
Maipú. Septiembre 6
de 1934.