PASTOR LUNA
Por Andrés Pérez Cuberes.
En la estancia “La Porfía ”
y en el pueblo de Tuyú,
A la sombra de un ombú
cantó el gaucho su alegría.
Mas, después de que surgía
su figura de valor
este bravo domador
se hizo el hombre del pago
y supo encender estrago
en la conquista del amor
Amparado en su destino
por Areco un estanciero
este gaucho aventurero
supo extraviar el camino.
Era que un tal Ceferino
supo su amor provocar
Mas Pastor al contestar
Le dijo;”Tengo cuidao,
Porque hombre que he golpeao
Jamás pudo levantar”.
-Esas son puras pamplinas
y a dejar las compadradas,
usté suele hacer paradas
cuando se encuentran las chinas.
Herido por las espinas
Pastor Luna levantó
Su puño alto y dejó
Caer sobre aquel paisano
El que con la daga en la mano
Por el suelo allí rodó...
Bajo su herida sangrienta
Los paisanos
lo llevaron,
Y después que lo curaron
éste dijo: “Es esta afrenta
lo que tengo yo hoy en cuenta,
y de ella
juro venganza,
pues yo sé que sin tardanza
por el boliche del gringo
ha de venir y el domingo
allí estará mi confianza”.
Supo Pastor al instante
aquella triste noticia,
y conoció la malicia
de aquel gaucho en el semblante.
Sabía él que humillante
a Ceferino tendría,
Mientras en la pulpería
grupos de gauchos estaban,
y que el valor disputaban
de aquellos héroes del día
Ceferino ya impaciente
Por el tiempo transcurrido
se sintió un león herido
a la espera de un valiente.
Llegó Luna y
muy prudente
al mostrador se llegó,
un refresco allí pidió,
y entre gente forastera
hablando de la carrera
en la que Luna triunfó.
Ceferino en el momento
quiso mezclarse a los otros,
y dijo; “ Usté pa los potros
es un burro sin talento,
y yo ahora lo que siento
es que quiera macanear,
entienda don. Y pa domar
hay que tener güena guampa
y solo el que nace pampa
es el que así puede hablar.”
Conociendo la intención
Luna le dijo; “Amigazo,
Sujete usted el picaso
Y tiemble su corazón;
Soy hombre, y en la reunión
No permito tal ofensa”.
-Usté no
tiene vergüenza
le contestó Ceferino,
y abrase de mi camino
porque no tiene defensa,
Y el paisano enfurecido
atropelló con su daga,
pero Luna solo amaga
porque lo ve ya vencido;
mas de pronto en un descuido
el mal gaucho se paró,
y Pastor Luna
tiró
una feroz puñalada
que aquel con voz apagada
entre dolores murió.
Dos paisanos al instante
de aquel gaucho, compañeros,
desnudaron sus aceros
poniéndose por delante;
y Luna, mas arrogante,
supo abrirse paso a paso,
y sin temer al fracaso
luchaba a brazo partido.,
mientras cae uno herido
victima de un sablazo.
Solo con uno el paisano
envuelto con su altivez,
le acomodó tal revés
que repercutió en el llano.
Todos le dieron la mano
al valiente domador
mientras Botazzi traidor
anunció a la policía
lo que en su boliche hacía
aquel gaucho de valor.
Al instante una partida
hacia el negocio llegó
y a Pastor Luna tomó
como un vulgar homicida
El gaucho dijo: -Mi vida
peligraba, mi oficial,
y éste con voz natural
le respondió: Sígame,
es orden y cumpliré
ya que usted es criminal.
En dirección al juzgado
a Pastor Luna llevaron,
y al cepo lo colocaron
como un ser desventurado.
Y con pesar amargado
a su suerte resignó
pues nunca Luna creyó
en la sobrada malicia,
que hacen los de la justicia
para el que pobre nació.
Destinado a la frontera
a un cuerpo de línea entró,
donde pronto conquistó
un triunfo en esa carrera
pues con pujanza altanera
a las indiadas batió,
y un sargento le guardó
el rencor de que hace alarde,
cuando uno nace cobarde
frente al que bravo nació.
Así siguió su destino
enfrentándose al malón,
esperando la ocasión
de libertar su camino,
al fin el gaucho argentino
pudo esperar ese halago,
y extraviado cual rezago,
y después de nueve días
tuvo grandes alegrías
al regresar a su pago.
A la casa de su amante,
una linda cordobesa,
se fue el gaucho con presteza
presentándose al instante.
Una pasión delirante
esta pareja sintió,
mas un maula se enteró
que Luna se había ocultado,
por lo que aquel intrigado
pronto el escondite halló.
López, que así se llamaba,
este triste personaje
con su más ruin coraje.
A Pastor Luna espiaba.
Al poco rato llamaba
y nadie le respondía,
pero el mandria se sentía
como un investigador,
y así pasó al interior
donde algo le esperaría.
De sopapos un sin fin
el tal López recibió,
que por el suelo rodó
como un pájaro ruin.
Erguido aquel paladín
junto con la cordobesa,
se dieron suma presteza
de colocarlo a un bagual,
y de un chirlo el animal
se alejó con ligereza.
López en la comisaría
acompañado del ñato,
supo hacer fiel relato
de lo que él llamaba hombría.
Jamás él se presentía
de que Luna lo acechaba,
pues este gaucho allí estaba
vigilando aquella escena,
y supo dar gran pena
por el modo que golpeaba.
Así con puño cerrado
supo Luna demostrar,
que basta para sobrar
con el que nace malvado.
Mas Areco está enterado
de lo que hace el protegido
y en un rincón escondido
le hace pasar varios días,
lejos de las pulperías
pero asegurando el nido.
De noche solía fugar
para visitar a Dolores,
la reina de sus amores
que tanto supo esperar.
Una vez al preguntar
el porqué de su tristeza,
ésta con firme entereza
le dice; Fui castigada,
por esa gente malvada
que envía la cordobesa.
Y herido en su dolor
ya se dio suma presteza
y a casa de la cordobesa
fue a vengarse de su amor.
Allí estaba el delator
haciendo su compañía,
a la mujer que quería
hacer sentir sus rigores,
al corazón de Dolores
con una cruel felonía.
Allí el gaucho repartió
golpes sobre esos malvados,
de tal modo castigados,
que a todos los sorprendió.
Junto a la estancia buscó
donde calmar su sufrir,
pues vio que su porvenir
no se mostraba risueño,
por mas que era su empeño
querer
dichoso vivir.
En rueda con el capataz
junto con varios peones,
supo dar satisfacciones
como no encontraba paz.
Su pensamiento fugaz.
Y bajo firme entereza,
va a ver a la cordobesa
junto con otros paisanos,
y allí están los policianos
tomándolos de sorpresa.
Pastor Luna y sus paisanos
enfrentaron la partida,
y el derecho por la vida
lo defendieron a manos.
Campo afuera, policianos
jugaron con el sargento,
mas Pancho el ñato atento
desde un rincón escondido
hace un disparo, y herido
cae Pastor en el momento.
Se alejaron del lugar
y siendo grave la herida,
Areco llamó enseguida
que lo hicieran pronto curar.
Supo constancia dejar
al Juez de lo sucedido,
pero aquella queja no ha sido
por aquel hombre escuchada
y en el libro de la nada
ya tuvo su merecido.
Pastor Luna por su honor
ha jurado su venganza
y solo su deseo alcanza
de dar castigo mayor;
para aquellos que a su amor
castigaron brutalmente,
y ante la pena se siente
se apesta con ligereza,
y a lo de la cordobesa
se va el gaucho tan valiente.
A todos ha sorprendido
la llegada de Pastor,
y haciendo frente al dolor
allí los deja vencido.
El gaucho así ha cumplido
por una ley su destino,
pues sabe ya que el camino
se ha presentado ingrato,
al ver muerto a Pancho el ñato
y López el asesino.
Al pueblo de Lobería
el paisano se llegó
y su nombre lo cambió
por otro que mas bien venía
Mas el alcalde seguía
los pasos del buen Pastor.
Y como buen defensor
sabe enfrentar a un sargento
a quien lo rinde al momento
por su destreza y valor.
Y llamando la atención
de todos esos
paisanos,
estrechan fuertes sus manos
por su nobleza de acción
Aprovecha la ocasión
que un capataz le ha brindado
y en lugar asegurado
permanece algunos días,
y ve desfilar sombrías
horas que tanto ha soñado.
El capataz enterado
que buscan a Pastor,
supo rogar por favor
que se marchara a otro lado,
pues sabe que era buscado
por gobierno aquel sargento,
a quien Luna en el momento
lo supo antes rendir,
y así éste pudo partir
con mucho apresuramiento.
Pero otro nuevo fracaso
tuvo el sargento y soldados
los que fueron dispersados
al querer cortar el paso.
Mas cuando el sol en ocaso
daba su rayo postrero,
Pastor Luna aventurero
se presentó en lo de Luisa
con esa eterna sonrisa
que lo hicieron caballero.
Mas el alcalde ha sabido
que es el novio de su hija
y su mirada está fija
en el gaucho perseguido.
Al instante detenido
quedarás en mi poder,
pero el gaucho defender
ha sabido la partida,
pero al mediar por su vida
cae herida la mujer.
Daga en mano este paisano
atropelló en retirada
y supo en esa jornada
internarse por el llano;
mas su sentimiento humano
lo llevó a la comisaría
donde en libertad ponía
a diversos detenidos,
que quedan agradecidos
por la bondad que tenía.
El Mataco en libertad,
gaucho de temple de acero,
le cuenta aquel compañero
sus horas de soledad;
y dentro de una amistad
que solo en le alma anida,
le dice que la bebida
es siempre la traicionera,
que al mas guapo lo venciera
para perderse en la vida
Sabe que Luisa, su amor
duerme allí en el camposanto
y eleva por ella un canto
que es plegaria de dolor.
Bajo el peso del rigor
va hacia la pulpería,
a reclamar lo un día
supo entregar a un pulpero,
y que era un hermoso overo
y otro que Luna tenía.
El gallego asustadizo
no lo supo responder
pero Luna comprender
hízole al instante preciso.
Sepa que su compromiso
es de hombre, viejo mañero,
y su acento lastimero
no merece compasión;
y sopapos un montón
descargó sobre el pulpero.
En circulo los paisanos
a Luna felicitaron,
y de dichas colmaron
en apretones de manos,
pues supieron por los llanos
las hazañas de Pastor,
el gaucho libertador
de víctimas inocentes,
que viven indiferentes
por el peso abrumador.
Entre algunas expansiones
desbordantes de alegría,
la gente en la pulpería
celebraba sus reuniones.
Alguien brindaba canciones
en homenaje a Pastor,
cuando en pingo de mi flor
el Mataco allí llegaba,
y a la gente saludaba
de la mejor manera.
En un abrazo cordial
el Mataco con Pastor
se estrecharon al clamor
de todos en general.
Un cariño sin igual
unía aquellos hermanos,
que por los pagos lejanos
defendieron su derecho,
poniendo a prueba su pecho
en la opresión de tiranos.
Montado en su parejero
va por los campos Pastor
y una sombra de dolor
hay en el gaucho sincero.
Va cruzando aquel sendero
que sabe es el de La Porfía ,
es la estancia en la que un día
supo hallar más de un halago,
pues fue la gloria del pago
por la gente que vivía.
Al encuentro la peonada
salió toda en el momento,
y el gaucho lo mas atento
saludó a la paisanada.
Sobre su estampa grabada
lleva un dejo de dolor,
y al preguntar por la flor
que era la hermosa Dolores,
sufrió grandes sinsabores,
pues a otro entregó su amor.
Después de estar trabajando
en la estancia varios días,
otra vez en pulperías
se está el paisano embriagando.
En su mente desfilando
van recuerdos a granel,
sabe que el destino cruel
le depara amargas horas
y ve amanecer auroras
recordando aquella infiel.
Con cierta curiosidad
fue a casa de la mujer,
a quién confió su querer
con toda sinceridad.
La sombra de la maldad
se ha reflejado en Dolores,
quién dice que sus amores
a un inglés supo entregar,
pues supieron asegurar
que fue muerto por traidores.
Ante tanta realidad
se retiró
sollozando,
y en la estancia trabajando
supo ocultar la maldad;
Y toda aquella verdad
germinaba su sufrir,
dentro de su pecho latir
existía una honda pena,
y era un reo en cadena
que está dispuesto a morir.
Un domingo bien temprano
encontró en la pulpería,
l inglés con quién tenía
sus cuentitas bien a mano;
pues supo que ese profano
era el dueño de su amor,
y entre insultos y el clamor
que alborotaba el ambiente
surgió allí la frase hiriente
como una deuda de honor
El inglés a relucir
sacó revolver en mano,
y haciendo frente al paisano
ya lo quería agredir.
Más Luna supo escurrir
un balazo tan certero,
que con su filoso acero
dio muerte acto seguido,
al que lo había ofendido
en el sangriento entrevero.
Un peón en el momento
se fue a la
comisaría,
y dijo lo que sucedía
con profundo sentimiento,
Allá otra vez el sargento
se despachó en comisión
para dar la detención
aquel gaucho perseguido,
pero, rumbo desconocido,
había tomado el varón.
Al saber la novedad
el alcalde, enfurecido,
se dirigió hacia el nido
para valer su autoridad.
Toda aquella sobriedad
de poco pudo valer,
Pastor Luna defender
supo de nuevo su vida,
y así otra vez la partida
le supo al hombre temer.
Otra vez a la bebida
el paisano se entregó,
y el alcalde conoció
donde pasaba su vida.
De nuevo está la partida
para seguir a Pastor,
pero allí de observador
El Mataco se
encontraba,
y junto a Luna cargaba
de manera superior.
De nuevo ya se abrazaron
dejando la pulpería,
y a la estancia La Porfía
sus pasos encaminaron;
varios meses trabajaron
los dos juntos a la par,
hasta que ha despertar
de una mañana temprano
se ve a Mataco muy ufano
sus cositas preparar.
Recordando a Pastor
que dejara la bebida,
quiso probar otra vida
para encontrarse mejor.
En un pingo de mi flor
toma rumbo hacia el desierto,
y para Cristiano Muerto
su destino dirigió,
y allí la vida pasó
con su espíritu despierto.
Luna junto a su padrino
que era Areco el estanciero,
extrañaba al compañero
que era errante peregrino,
mas cierto día el camino
de aquel amigo siguió,
sobre su flete montó
y en el rancho de un tal Flores,
estaban las prendas mejores
que este gaucho conoció.
Pidió permiso al patrón,
pues era su casamiento,
y con el consentimiento
amenizó la reunión.
Todos en él la atención
en el instante fijaron
y aquellos que le escucharon
en su canto melodioso
no le dieron mas reposo
y aplausos muchos brindaron
Dentro de esa reunión
no faltó aquel embriagado,
al que castigó un soldado
para llamar la atención.
Mas de pronto aquel varón
a todos dejó asombrado,
un soberbio golpe a dado
al soldado
que cayó,
y del suelo levantó
para ser pronto curado.
Cuando lega a Lobería
visita la sepultura,
donde está la hermosura
que él amara cierto día;
pues fue Luisa su alegría
su dulce y sublime amor,
y otra vez frente al dolor
ve acercarse la partida,
y el gaucho salva su vida
por instinto superior.
De nuevo en su parejero
va para Cristiano Muerto,
con el corazón abierto
a su espíritu campero.
Y así siguiendo el sendero
llegó a lugar tan ansiado,
y apenas fue divisado,
El Mataco se acercó,
y en fuerte abrazo estrechó
con el amigo estimado.
Con tasl motivo en el pago
se hizo fiesta y los cantores,
brindaron cantos mejores
que conquistaron halago.
La bebida hacía estragos
en algunos corazones,
y se encendieron pasiones
en esas lindas puebleras,
que bailaron habaneras
y gatos con relaciones.
Después de aquella reunión
se dispersó la mozada,
y aquella amistad sellada
unió mas el corazón;
pero llegó la ocasión
que una mañana Pastor,
entregado a su labor
estaba tuzando un flete,
cuando se acercó un jinete
de instinto
provocador.
El Moro, que así se llamaba
el gaucho provocador.,
lo supo herir a Pastor,
en forma que molestaba;
mas éste ahí descargaba
su puño en forma brutal,
que por el suelo el mortal
quedó un rato dolorido,
muy maltrecho y malherido
esperando el hospital.
Quiere de nuevo volver
a la estancia
La Porfía
donde encontró la alegría
y mil dichas florecer,
El Mataco comprender
sabe al amigo Pastor,
y le dice por favor
si quiere salvar la vida
debe dejar la bebida
que es enemigo traidor.
Y a casa de Santillán
puestero de La Porfía.
Luna se llegó un día
montando un brioso alazán.
Allí sus amigos están
para rendirle su halago,
pero alguien como rezago
lo vigilaba a Pastor,
y era López el traidor
que andaba por ese pago.
Pero llegó cierto día
en que el paisano Pastor,
por el destino traidor
se acercó a la pulpería;
copa tras copa bebía
llamando justa atención,
en uno que admiración
a nuestro gaucho prestaba,
y era el que lo sepultaba
para siempre en la traición.
Completamente embriagado
en su caballo montó
y Pastor Luna llegó
en un lamentable estado;
enseguida fue bajado
del animal que montaba
y Santillán preparaba
descanso para el amigo,
mientras López, enemigo,
en el juzgado avisaba.
Daba el toque de oración
y apareció la partida,
como señal convenida
para prender al varón.
Santillán en la ocasión
lo quería despertar,
sabiéndolo zarandear
que el gaucho no despertaba,
y así en vida se entregaba
el que no podía pelear.
atado de pies y manos
fue engrillado Pastor Luna
y ya no hay esperanza alguna
al verse con sus tiranos.
Ve que sus propios hermanos
no lo pudieron salvar,
y así se ve trasladar
hasta el pueblo de Dolores,
donde los días peores
el gaucho supo pasar.
Comentaba el paisanaje
la prisión del gaucho Luna,
pues no tuvo la fortuna
de defender su coraje,
y ante tamaño ultraje
el gaucho fue sentenciado,
y a morir afusilado
a Chacabuco llegó,
donde la muerte cumplió
este fin tan desdichado.
Los tiradores al frente
mandados por un tal Vera,
cumplen la orden severa
de dar muerte aquel valiente.
Con su gesto indiferente
cuando lo van a vendar,
quiere la muerte enfrentar
como siempre fue su vida,
es como un
águila herida
que ya no puede volar.
Una descarga cerrada
repercutió por el llano,
y el cuerpo de aquel paisano
ya no representa nada.
Y en la luz de la alborada
un jinete apareció,
su sombrero descubrió
en homenaje al caído,
era otro perseguido
que campo afuera ganó.
El Mataco se enteró
del fin de aquel compañero,
y allá con su parejero
a la pulpería llegó.
Pronto allí averiguó
al que a Luna ha delatado,
y al poco rato el malvado
ha tenido mala suerte,
pues El Mataco da muerte
con un valor admirado.
El Mataco así cumplió
su clamorosa venganza,
y ya sin más esperanza
para el desierto partió.
La noche lo recogió
para envolverlo en su manto,
y ahogado por el quebranto
de continuo sollozar,
sus dolores fue a calmar
en la guitarra y el canto.
Una versión del drama por Andrés Pérez Cuberes.
Filiación de Pastor Luna; (según Juan J. Barbieri en
su libro “Maipú; Por tus primeros cien años”)
Patria; Buenos Aires;
Edad; como de veinticinco años
Estatura; Bajo, grueso.
Estado; Soltero
Color; Achinado
Barba; poca - Pelo y ojos; negros –
Nariz y boca; Regular
Fecha; 14 de Julio de 1871.
Tenía veintiséis años cuando lo fusiló una partida,
a orillas de la laguna Yamahuida, venida al efecto desde Dolores