EL AGUA Y SU LAGUNA
Por Rogelio
Hann
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Muelle de laguna Kakel Huincul. (Fotos tomadas desde el sitio de la Municipalidad de Maipú) |
Una de esas
tardes otoñales, que a uno lo invita a charlar con la naturaleza en un mano a
mano sin tiempo, con un cuaderno y un lápiz en la oreja, tomo por una calle
cualquiera de tierra, muchos cascotes, algunos pozos y por qué no algunos
charquitos de agua.
Por esas calles de Dios, me fui alejando de mi
pueblo, pueblito, en medio de un silencio casi total.
Precarios
alambrados con algunos postes y otras tantas varillas, algunas de hierro y
otras de madera, cercaban la calle a ambos lados del camino, unos horneritos
haciendo su casita en la punta de algún poste, alegremente, pues la lluvia
caída les daba material para su obra. Mansos corderitos pastaban al borde del
alambrado. Una hermosa fragancia de flores silvestre, perfumaban el ambiente.
Solo por el
camino, caminando… caminando y sin darme cuenta de lo andado, se presenta ante
mi vista, una inmensa laguna, con un espejo de agua de maravilla, en un
silencio de soledad. Recostado sobre las altas barrancas contemplo tanta
belleza junta que nos ofrece la naturaleza a lo largo y ancho de nuestro país
que muchos no conocemos cómo son estas… Aguas y su laguna.
Aguas
cristalinas, pequeñas matitas de pasto asoman sobre la superficie del agua,
hermosas garzas blancas de patas largas y coloradas, cadena de patitos nadando
en silencio, como para que no los escuchen, pájaros blancos y gaviotas
sobrevuelan la laguna, dando un colorido especial.
Es una
apacible tarde de otoño, desde mi lugar contemplo al fondo de la laguna, las
últimas nubecillas y rayos solares que reflejan de antemano un cuadro imponente
de color y belleza.
La tarde se
va durmiendo, los últimos rayos solares con sus nubecillas se van perdiendo al
fondo de la laguna y por la calle solitaria regreso… alegre y feliz después de
este mano a mano sin tiempo y sin horario con la Madre Naturaleza.
Maipú: 23 de noviembre de 1999